como siempre, un poco tarde (bueno, en realidad más de la cuenta). debía encontrarlas. busqué entre la multitud. mi mirada arrasó en un segundo con cientos de ellos y en una atracción inevitable, regresó a la figura que dibujaba tu cuerpo despreocupado recargado en la pared. estuve en ti por instantes que mágicamente hicieron desaparecer el resto, el paso del tiempo y la vida. hasta que accidentalmente advertiste mi presencia y sonreiste apenada -pero apenada estaba yo-.
nos volvimos a topar cuando te esforzabas por discimular el nerviosismo que te estaba provcando que yo advirtiera la dificultad a la que te enfrentabas tras la encomienda de esa tarde.
-es mi primera vez, lo siento- te disculpaste. me fascinó ver tus manos temblar, he de confesarlo. tiemblan pocas veces, esa fue una de ellas.
el inevitable siguiente paso. compartir un bocado, brindar tal vez y platicar. y alli estabas tu frente a mi. te pillé un par de miradas curiosas, inquietas, indiscretas, como si trataras de descifrarme... estabas cautivada -no más que yo- y tu sonrisa apenada sencillamente lo llenó todo.
el calor de la velada y la multitud provocaron que nos toparamos una vez más antes de subir al coche, -'caUsalmente' habiamos escogido el mismo- y fue un destello de energía cósmica lo que llevó a nuestras manos a cruzarse accidentalmente. mis dedos se tensaron entre los tuyos, tus manos frias se congelaron y ese segundo pareció detener la dinámica de la vida una vez más. giramos poco a poco la mirada hasta que nuestros ojos se encontraron. creo que en ese reflejo, permanecieron desde entonces.
el big bang emocional de ese 'algo' tan fuerte, inevitable, imparable, inexplicable además y apasionado como ninguno, cedió. mientras tanto, en el lugar de lo terrenal los demás nos ganaron la partida y se acomodaron dentro. no quedó cabida más que para una, y cuando te sentaste yo me apresuré a 'despreocupar' a los demás -sobretodo- asegurando que me las arreglaría xafandote un poco. me senté en ti y nos convertimos en una.
era inevitable que mi cuerpo asimilara y se mezclara con el calor del tuyo, que el tuyo sintiera lo agitado de mi respiración y que nuestra piel, rosara. lo deseabamos las dos con tal intensidad que el universo conspiró y nos enfrentó... sentí en mi espalda -cuando aproximaste tu rostro- cómo por tu respiración se te escapaba del interior, tu alma. y es que la mía la buscaba y la atraía hacia sí con tal fuerza que ni tu suspiro pudo encerrarla en ti. mis ojos se cerraron por un instante y recobrando la respiración con un argumento accidentado, entablé conversación para intentar retomar autocontrol y discimular mi excitación -en realidad trataba de evitar que tu la notaras- pero fue inútil, era ya tarde, habías vencido mi cordura dominándola por completo, me habías dominado a mi enteramente. nuestras manos se encontraron de nuevo antes de que -seguido de un movimiento provocador e intencional de mi parte-, movieras delicada e insinuantemente tu cadera hacia mi que, encima tuyo, me sentí morir. me atreví. tomé, a escondidas de los demás, tu mano izquierda. el estar en el extremo nos permitía el anonimato necesario para que todo pareciera accidental, sin perder de vista -desde luego- al único testigo capaz de exponer tal sublime escena de amor -el cinturón de seguridad-. en ese instante y poco a poco, sentí temblar por segunda vez tus manos y reconocí nuestro triunfo. nuestras manos se fundieron como un metal precioso, ese que llevas al pecho y ese que me he tatuado yo. respire profundamente, cerré mis ojos y dejé que la brisa que se colaba por la ventanilla abierta del coche me empapara y decorara el momento. sentí como la temperatura de tu piel se incrementó en segundos, arrastró a la mia y nuestros latidos encontraron el ritmo perfecto. nuestras manos a través de la delicadeza del tacto finalmente expresaron lo que nuestra boca calló y lo que por la mirada se nos escapó. sentí en las yemas de mis dedos hervir tu sangre y casi toqué tu corazón. mis dedos dejaron escapar el erotismo que envolvió mi deseo, y al sentir cómo discimuladamente, pero con una intensidad determinante, presionaste tu cuerpo al mio en un vaivén escurridizo y surreal, desfallecí. sublimemente hicimos el amor durante la travesía entera. de vez en vez, giraba mi mirada hacia la tuya y tu tranquilidad volvía mi arrebato a la calma. el todo desapareció, y la gota que resbaló por mis labios cayendo en la yema de tu dedo índice mientras discimuladamente acariciaste mi pecho, me devolvió la cordura y antes de que la fascinación del momento culminara y terminara por delatarnos, llegamos al destino.
estaba predestinado que tu entrega pudiese yo convertirla en un inolvidable orgsmo, y pudiese yo arrebatarlo de tu aliento, mientras al explotar tu cuerpo y fundirte en mi piel, me lo entregaras en un beso.
y así fue, donde estaba escrito que debía ser.
M
2 comentarios:
ASÍ FUE.
Ni en tu casa. Ni en la mia. Y con una playa de por medio, siempre con playa..
Desde entonces, la paella tiene regustillo a ti.
Lawra Bcn.
mmm, ¿sólo la paella?...
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