domingo, octubre 19, 2008

64,281,600 s'

como siempre, un poco tarde (bueno, en realidad más de la cuenta). debía encontrarlas. busqué entre la multitud. mi mirada arrasó en un segundo con cientos de ellos y en una atracción inevitable, regresó a la figura que dibujaba tu cuerpo despreocupado recargado en la pared. estuve en ti por instantes que mágicamente hicieron desaparecer el resto, el paso del tiempo y la vida. hasta que accidentalmente advertiste mi presencia y sonreiste apenada -pero apenada estaba yo-.

nos volvimos a topar cuando te esforzabas por discimular el nerviosismo que te estaba provcando que yo advirtiera la dificultad a la que te enfrentabas tras la encomienda de esa tarde.

-es mi primera vez, lo siento- te disculpaste. me fascinó ver tus manos temblar, he de confesarlo. tiemblan pocas veces, esa fue una de ellas.

el inevitable siguiente paso. compartir un bocado, brindar tal vez y platicar. y alli estabas tu frente a mi. te pillé un par de miradas curiosas, inquietas, indiscretas, como si trataras de descifrarme... estabas cautivada -no más que yo- y tu sonrisa apenada sencillamente lo llenó todo.
el calor de la velada y la multitud provocaron que nos toparamos una vez más antes de subir al coche, -'caUsalmente' habiamos escogido el mismo- y fue un destello de energía cósmica lo que llevó a nuestras manos a cruzarse accidentalmente. mis dedos se tensaron entre los tuyos, tus manos frias se congelaron y ese segundo pareció detener la dinámica de la vida una vez más. giramos poco a poco la mirada hasta que nuestros ojos se encontraron. creo que en ese reflejo, permanecieron desde entonces.

el big bang emocional de ese 'algo' tan fuerte, inevitable, imparable, inexplicable además y apasionado como ninguno, cedió. mientras tanto, en el lugar de lo terrenal los demás nos ganaron la partida y se acomodaron dentro. no quedó cabida más que para una, y cuando te sentaste yo me apresuré a 'despreocupar' a los demás -sobretodo- asegurando que me las arreglaría xafandote un poco. me senté en ti y nos convertimos en una.

era inevitable que mi cuerpo asimilara y se mezclara con el calor del tuyo, que el tuyo sintiera lo agitado de mi respiración y que nuestra piel, rosara. lo deseabamos las dos con tal intensidad que el universo conspiró y nos enfrentó... sentí en mi espalda -cuando aproximaste tu rostro- cómo por tu respiración se te escapaba del interior, tu alma. y es que la mía la buscaba y la atraía hacia sí con tal fuerza que ni tu suspiro pudo encerrarla en ti. mis ojos se cerraron por un instante y recobrando la respiración con un argumento accidentado, entablé conversación para intentar retomar autocontrol y discimular mi excitación -en realidad trataba de evitar que tu la notaras- pero fue inútil, era ya tarde, habías vencido mi cordura dominándola por completo, me habías dominado a mi enteramente. nuestras manos se encontraron de nuevo antes de que -seguido de un movimiento provocador e intencional de mi parte-, movieras delicada e insinuantemente tu cadera hacia mi que, encima tuyo, me sentí morir. me atreví. tomé, a escondidas de los demás, tu mano izquierda. el estar en el extremo nos permitía el anonimato necesario para que todo pareciera accidental, sin perder de vista -desde luego- al único testigo capaz de exponer tal sublime escena de amor -el cinturón de seguridad-. en ese instante y poco a poco, sentí temblar por segunda vez tus manos y reconocí nuestro triunfo. nuestras manos se fundieron como un metal precioso, ese que llevas al pecho y ese que me he tatuado yo. respire profundamente, cerré mis ojos y dejé que la brisa que se colaba por la ventanilla abierta del coche me empapara y decorara el momento. sentí como la temperatura de tu piel se incrementó en segundos, arrastró a la mia y nuestros latidos encontraron el ritmo perfecto. nuestras manos a través de la delicadeza del tacto finalmente expresaron lo que nuestra boca calló y lo que por la mirada se nos escapó. sentí en las yemas de mis dedos hervir tu sangre y casi toqué tu corazón. mis dedos dejaron escapar el erotismo que envolvió mi deseo, y al sentir cómo discimuladamente, pero con una intensidad determinante, presionaste tu cuerpo al mio en un vaivén escurridizo y surreal, desfallecí. sublimemente hicimos el amor durante la travesía entera. de vez en vez, giraba mi mirada hacia la tuya y tu tranquilidad volvía mi arrebato a la calma. el todo desapareció, y la gota que resbaló por mis labios cayendo en la yema de tu dedo índice mientras discimuladamente acariciaste mi pecho, me devolvió la cordura y antes de que la fascinación del momento culminara y terminara por delatarnos, llegamos al destino.

estaba predestinado que tu entrega pudiese yo convertirla en un inolvidable orgsmo, y pudiese yo arrebatarlo de tu aliento, mientras al explotar tu cuerpo y fundirte en mi piel, me lo entregaras en un beso.

y así fue, donde estaba escrito que debía ser.

M

2 comentarios:

Stranger dijo...

ASÍ FUE.

Ni en tu casa. Ni en la mia. Y con una playa de por medio, siempre con playa..

Desde entonces, la paella tiene regustillo a ti.

Lawra Bcn.

monica dijo...

mmm, ¿sólo la paella?...